Spirotheca rhodostyla
El Palosanto es la conexión con lo divino, la búsqueda está en reconocernos como diosas y dioses, más allá de los humanos. La Ceiba es un santo y como santo concede, brinda y cura los pesares de la humanidad; la ceiba recuerda que se tiene esa casa de dioses y se pueden canalizar el poder de transformar y armonizar los espacios y acontecimientos.
Spirotheca rhodostyla
Palosanto,Ceiba Santa,Ceiba de tierra fría,Yuco de montaña, tachuelo, yuco
Familia: Malvaceae/Bombacoideae.
Observaciones: Cuchilla Jardín-Támesis-Caramanta
En los misteriosos bosques andinos, así como en las vertientes que serpentean hacia los valles interandinos y del Chocó, Un santo se alza con majestuosidad: el palosanto. Agrupado con otros de su especie, este árbol despliega varios tallos que emergen desde su base, protegidos por gruesos aguijones cónicos que adornan su corteza. Sus ramas, engalanadas con púas, tienden a extenderse horizontalmente. Durante la estación seca, despoja su follaje, solo para renacer con vigor a través de hojas de un intenso tono granate. Estas hojas, digitado-compuestas, se congregan al final de las ramas en siete folíolos espatulados, de bordes entero y textura suave y flexible. Sus flores se presentan en racimos cortos, con pocas, pero imponentes flores de cinco pétalos que oscilan entre tonalidades de rojo a salmón, y grandes estambres, gruesos y bruscos, que, con frecuencia, son visitados por murciélagos, quienes, al libar su néctar, los polinizan. Los frutos del palosanto son cápsulas de tono marrón, que al abrirse liberan semillas envueltas en una delicada y suave lana dorada, permitiendo ser dispersadas por el viento.
En comunidades afrocaribeñas se les rinde culto a diversas especies de ceibas santas, pues se les considera árbol sagrado por excelencia: la ceiba santa, el palo santo. Hasta él van y en él habitan permanentemente todos los muertos, todos los antepasados y todos los ilustres. Es el árbol de los santísimos, el árbol de la Virgen María y del Poder de Dios. Es el árbol del misterio. Y prueba de ello es que los elementos desencadenados de la naturaleza lo respetan, no lo abaten. Se cuenta que el huracán más fiero no lo despega y que el rayo lo respeta a él y a nadie más. El palo santo ni se corta ni se quema. Mucho antes de expirar, las ánimas difuntas irán a refugiarse en la Ceiba Santa, donde se congregan junto a todos sus demás moradores, cada uno ocupando una parte del árbol, copa, ramas, tronco, raíces y flores. Por ello en las comunidades en Centroamérica, adoradoras de la Ceiba Santa, sacrificios y fiestas se despliegan alrededor de ella.