Dipteryx oleifera

El Choibá es el árbol abuelo, invita a abrigarse como un flujo natural del tiempo que forja los cimientos desde el centro, desde el corazón, así como lo hace el árbol; así mismo lo hace también todo lo vivido para ofrecerlo a los demás y reforzar los vínculos: familia, amigos, colegas; todos aquellos círculos que brindan energía vital. El choibá es un árbol que protege, que abriga, que da buenos y sabios consejos.

Dipteryx oleifera 

Choibá, almendrón, palo de piedra, almendro, eboe, amarillo, cumarurana, cumaru.

Familia: Fabaceae/Faboideae

Observaciones: Reserva Natural El Amargal

Elegante y frondoso, Dipteryx oleifera se ha erigido como uno de los árboles más imponentes de los bosques lluviosos del Chocó. Con su fuste recto, que puede alcanzar hasta dos metros de diámetro, sobrepasa el dosel del bosque al elevarse a más de setenta y cinco metros de altura. Su corteza encierra una de las maderas más pesadas y duras del mundo, con una hermosa beta central de color rosa-salmón que contrasta con tonos amarillo-crema. Los nativos solían prender fuego a su tronco, haciéndolo arder en llamas de varios colores durante días e incluso bajo la lluvia, hasta lograr doblegar su resistencia interna y acceder al preciado valor de su madera.

Gracias a sus ramas ascendentes, El Choibá ofrece su sombra como hogar a numerosas aves y mamíferos. Incluso los más grandes, como los felinos, pueden reposar tranquilamente en sus robustas ramas, que sirven de soporte para otras especies vegetales, como orquídeas, bromelias y bejucos. ¡Todo un jardín crece en él! Sus semillas en forma de almendra, contenidas en frutos tipo legumbre, emana un perfume y proporciona alimento en notas cálidas y envolventes. Estas semillas son consumidas por todos los habitantes del bosque, incluidos los humanos, quienes las recolectan para preparar harinas y bebidas de alto valor nutricional, así como aceites esenciales.

Un árbol excepcional, que florece masivamente cada año; sus flores, agrupadas al final de las ramas, lo embellecen y destacan a lo lejos como una gran masa rosa que atrae a millones de insectos, especialmente a los abejorros, quienes se encargan de polinizarlas. Un verdadero abuelo del bosque, el choibá, que sostiene la estructura del ecosistema.